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NARRATOR:
Walk around Edgar Degas’s little fourteen-year-old dancer. The artist positioned her torso, arms, and legs to encourage an all-around experience.
This is Degas's largest and most ambitious sculpture. It was never cast in bronze in his lifetime, but he exhibited the original wax model, in 1881, at the Sixth Impressionist Exhibition in Paris. Today, most viewers find the little dancer endearing. But in 1881 Paris, she was greeted with as much hostility as praise. Most critics found her ugly, dirty, and even degenerate. One reviewer asked:
CRITIC (ACTOR):
"Why is her forehead, as are her lips, so profoundly marked by vice?"
NARRATOR:
Another was equally shocked and fascinated by her appearance:
CRITIC (ACTOR):
“The vicious muzzle of this little girl hardly in puberty, flower of the gutter, is unforgettable.”
NARRATOR:
Degas was challenging established notions of beauty. He resolutely refused to idealize his model, a Belgian ballet student named Marie van Goethem. He also rebelled against the mediums of stone and metal traditionally used for sculpture. The wax model was considerably more flesh-like than the bronzes, like this one, cast from it after Degas’s death. Many critics were disconcerted by the figure’s unprecedented realism—by her horse-hair wig with a satin ribbon, tulle and gauze tutu, and satin slippers. They challenged the little dancer’s status as art, comparing it to costumed mannequins in shop windows and wax-works figures in ethnographic museums. But, in fact, Degas prefigured the use of real materials by early 20th-century avant-garde artists.
The Norton Simon Museum has 100 works by Degas—including 70 modèles, the original bronzes cast from the wax sculptures Degas made in his lifetime. Many of them—depicting dancers, bathers and horses—are on display in these galleries.
To hear Tom Brokaw tell the story behind this unique group of bronze sculptures, press 3113.
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NARRADOR:
Camine alrededor de la pequeña bailarina de catorce años de Degas. El artista colocó su torso, sus brazos y sus piernas en tal posición que invitan al público a admirarla desde todos los ángulos.
Ésta es la escultura más grande y más ambiciosa de Degas. Nunca se vació en bronce mientras el artista estaba vivo, pero él expuso el modelo original en cera en 1881, en la Sexta Exposición Impresionista en París. Actualmente, al público por lo general le parece simpática esta bailarina. Pero en París en1881, la recibieron con tanta hostilidad como aplausos. A la mayor parte de los críticos les parecía fea, sucia, y hasta degenerada. Uno de ellos preguntó:
CRÍTICO (ACTOR):
"¿Por qué están su frente y sus labios tan marcados por el vicio?”
NARRADOR:
Otro se sintió simultáneamente horrorizado y fascinado por su apariencia:
CRÍTICO (ACTOR):
“El hocico vicioso de esta criatura que apenas entra en la pubertad —flor de alcantarilla— es inolvidable”.
NARRADOR:
Degas cuestionaba los conceptos de belleza establecidos.
Se negó rotundamente a idealizar a su modelo, una estudiante de ballet belga llamada Marie van Goethem. También se rebeló contra la piedra y el metal, medios que se usaban tradicionalmente para la escultura. El modelo de cera era mucho más parecido a la carne humana que los bronces como éste, que fue creado a partir del modelo de cera después de la muerte de Degas. A muchos críticos les desconcertaba el realismo inusitado de la figura—su peluca de pelo de caballo con una cinta de satín, el tutú de tul y de gasa y las zapatillas de satín. Cuestionaban la condición de “arte” de la bailarina, comparándola con los maniquís disfrazados en las vitrinas y con las figuras de cera en los museos etnográficos. Pero en realidad, Degas se anticipó al uso de los tejidos reales que luego adoptarían los artistas de vanguardia a principios del siglo 20.
El Museo Norton Simon tiene 100 obras de Degas—incluyendo 70 modèles, los bronces originales que se crearon a partir de las esculturas de cera que Degas moldeó a lo largo de su vida. Muchas de ellas, que representan bailarinas, bañistas y caballos, están expuestas en estas galerías.
Para escuchar a Tom Brokaw contar la historia de este singular grupo de bronces, oprima el número 3113.
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BALLET MISTRESS (ACTOR):
…Plié, relevé, tendu, degagé—Non, non, Marie, not like ze cow! Point ze toe! Voila!
NARRATOR:
Welcome to the ballet school of the Paris Opera. The year is 1881 and a fourteen-year-old girl from Belgium named Marie van Goethem struggles through her dance classes trying to perfect each move. Even if she never becomes a prima ballerina, she is destined for immortality, for she’s the model for this sculpture by Eduard Degas. Who knew that someday it would be one of the world’s best-known and best-loved works of art? In fact, this young dancer appears on postcards, statuettes, story books—she’s even been reproduced in chocolate! And she will inspire little girls all over the world.
Degas dressed his dancer like a doll in a real tutu. Walk around, and you’ll see she has a ribbon in her hair too. People who first saw her over a hundred years ago were shocked. They had been taught that art should be a certain way. They’d never seen a sculpture with clothes before. They thought her skin wasn’t smoothed out enough and her face wasn’t very pretty. Some even called her a monkey! Still, like so much in art that’s new or different, what was first rejected, later came to be adored.
Degas loved the ballet and went often. Look around you’ll see many other Degas dancers here at the Norton Simon. Try out some of their poses and positions yourself. Just be careful not to bump into the art—or your fellow visitors. And remember…
BALLET MISTRESS (ACTOR):
Point ze toe!
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MAESTRA DE BALLET (ACTRIZ):
…Plié, relevé, tendu, degagé—Non, non, Marie, ¡no como una vaca! ¡Apunta le pie! Voila!
NARRADOR:
Te damos la bienvenida a la escuela de ballet de la Ópera de París. Estamos en el año 1881 y una niña de catorce años de Bélgica, llamada Marie van Goethem, se esfuerza muchísimo durante su clase y trata de perfeccionar cada movimiento. Aunque nunca llegue a ser primera bailarina, está destinada a la inmortalidad, porque es la modelo de esta escultura de Edouard Degas. ¿Quién hubiera adivinado que algún día sería una de las obras de arte más conocidas y más amadas del mundo? De hecho, esta joven bailarina aparece en tarjetas postales, estatuillas, libros de cuentos—¡ha sido reproducida en chocolate incluso! Y además inspira a las niñas pequeñas a través del mundo entero.
Degas vistió a su bailarina como una muñeca, con un tutú de verdad. Mírala por detrás y verás que también tiene una cinta en el pelo. La gente que la vio primero hace más de cien años quedó horrorizada. Les habían enseñado que el arte debía ser de cierta forma. Nunca antes habían visto una escultura con ropa. Pensaban que su piel no había sido suavizada lo suficiente, y que su cara no era bonita. ¡Algunos hasta dijeron que parecía un mono! Sin embargo, como sucede con muchos estilos de arte que son nuevos o diferentes, lo que al principio las personas rechazaron, luego terminó por encantarles.
A Degas le gustaba mucho el ballet y solía ir muy seguido a ver las funciones. Camina por el museo y verás muchas otras bailarinas de Degas aquí en el Museo Norton Simon. Trata de imitar algunas de sus poses y posiciones. Sólo ten cuidado de no chocar con los objetos de arte—ni con los demás visitantes. Y recuerda...
MAESTRA DE BALLET (ACTRIZ):
¡Apunta le pie!